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UN BUGATTI PARA REYES

 

Es lo que todos hemos pedido alguna vez, sin éxito, pero Roland Bugatti lo tuvo y

también Balduino de Bélgica, Hassan II de Marruecos y Donald Campbell, el futuro

campeón del mundo de velocidad en tierra. ¡No es mal comienzo!.


EL NIÑO
En la navidad de 1925 Bartolomeo “Meo” Costantini, que se encuentra en Molsheim para

recoger el Tipo 35 con el que luego ganaría dos veces la Targa Florio, observa intrigado a

Roland, el hijo menor de Ettore, que se dirige hacia el garaje. Abre la puerta, entra y poco

después regresa montado en su ultimo juguete: ¡un Tipo 35 a escala! (¡exactamente 1/2!)

que Ettore le ha regalado.

 

EL JUGUETE
El Tipo 52 (o “Baby” como le dirán después) se movía gracias a un motor térmico, pero el

modelo definitivo, comercializado pronto, contaba con motor eléctrico. “Debería fabricarlo

en serie” le dijo “Meo” a Ettore “tendría muchos clientes”. Dicho y hecho, el motor será un

Paris-Rhone de 3,5 Cv, 12 v y 60 Ah situado en posición trasera, con una autonomía de 3

horas, inversor para andar hacia delante y hacia atrás y punto muerto.

El chasis es en escalera, con sendas vigas en U y traviesas remachadas en los extremos,

y aunque delante monta ballestas detrás carece de suspensión: el eje motriz es fijo dentro

de una carcasa de aluminio sujeta con 4 tornillos. Un gran piñón, bajo una campana en su

parte izquierda, recibe la corona de transmisión y unos tapones en los extremos facilitan el

imprescindible engrase (Valvoline era la marca preferida del Patrón).

El eje delantero en cambio es una pequeña maravilla: como en sus hermanos mayores, es 

una pieza de forja, rutilante, bella, donde incluso los tornillos que fijan las ballestas cuando

lo atraviesan son de cabeza cuadrada a escala. Pero desgraciadamente, aunque muy bien

proporcionado, es frágil, hasta el punto de que muchos de los que compraron un “Baby” 52

entonces tuvieron la precaución de almacenar ¡varios! para repuesto.

También los cuatro frenos de tambor son piezas de antología de un realismo sorprendente

como las cinco llantas (¡incluida la de repuesto!) de aluminio pulido de ocho radios, con un

diámetro de 26 cm y fijadas mediante palometas (con las letras D o G para indicar su giro).

Montan neumáticos Dunlop Cord Ballon “Juvenile” de 355×45” (710×90” en los Bugatti 35)

con el busto del fabricante grabado. La dirección es de tornillo sin fin.

Otra pieza fantástica es el radiador, inspirado como en todos los Bugatti en la forma de las

herraduras. Ettore tenia una pasión sin limites por los caballos, que llega hasta las correas

de cuero que fijan la rueda de repuesto y el capot, realizadas por los mismos talabarteros

que trabajaban para los hipódromos. En cambio las manivelas, matriculas, retrovisores de

algunos “Baby”, no son de origen sino añadidos por sus propietarios.

 

LOS REYES

“Meo” tenia razón, tras su presentación en el Salón de Milán de 1927 los encargos llueven:

casi 500 en 10 años es una cifra elevada para un juguete “chic” que compraron industriales,

famosos, ¡incluso reyes! para sus hijos. Y aunque al principio su tamaño era el del primero

de Roland, que entonces tenia 4 años, pronto se hicieron modelos alargados (10 cm) para

acoger a niños de entre 6 y 8 años, como el futuro Hassan II de Marruecos.

Su manejo era sencillo: bastaba con apoyar el pie derecho sobre un pedal (que accionaba

un termostato) para salir andando hacia delante o hacia atrás según la posición del mando

en el tablero. Para frenar el (joven) piloto solo tenia que tirar de una palanca (situada fuera

a la derecha) que mandaba en los tambores mediante un cable. En cuanto a la estabilidad,

ningún peligro, era mas que sobrada para su velocidad máxima:.. ¡25 km/h!.

Pronto se organizaron competiciones, en Paris, en Cannes, en Deauville, en Montecarlo, o

incluso en San Sebastián y la fama del “Baby” 52 cruzo el charco. El Zoológico de Palermo

(Buenos Aires) compro 23 para alquilarlos a sus (pequeños) visitantes, democratizando así

un juguete carísimo (3900 FF) creado para los primogénitos de los grandes de este mundo:

Gianni Agnelli, futuro presidente de la Fiat, también tuvo en su infancia uno.

 

CONCLUSION

En cualquier caso, costaba veinte veces menos que su hermano mayor el 35, y hoy

puede hallarse por 50.000 €, o sea… veinte veces menos. Una ganga, si damos con

uno autentico (hay replicas) y unos reyes fantásticos… ¿para nuestros hijos?.

 

Texto: JR                                                                   VIDEO  >

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